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Estas cosas no estan para todo el mundo... aun (aunque segro lo visiten mas que el blog oficial)

Thursday, May 04, 2006

1.0.1

I


Siempre tuve la necesidad de contar una historia de Amor. Pero, cada vez que lo intento choco con la realidad de no saber si alguna vez he vivido una.

Se me ocurre que pudo comenzar una mañana de Julio, con el frío de la ciudad pegándole a mi negativa de usar guantes y a la necesidad de buscarme la vida.

Era joven, y esa juventud pasaba sobre mí con la fuerza de un huracán contenido en una botella. Una botella hecha con los restos de la ventana de mi cuarto, cuando un día desperté con la certeza de que todo aquello era falso y que aquel vidrio me separaba de mi vida.

Las circunstancias precisas para romper ese vidrio aun no las puedo entender, pero fueron aquellas astillas que caían llenando la alfombra ocre de mi cuarto las que, sin tocarme, comenzaron a marcar el camino a seguir... El resto fue ruido, quejas, llantos y gente que amaba. Pero la vida es así, y cada cual toma su camino hiriendo muchas veces al que esta más cerca. Es el ego que todo lo maneja hacia el lado donde a uno "le conviene". Es la gran mentira que nos creemos..., la necesidad de ser diferentes, de ser amados por sobre todas las cosas.
Pero no sabemos que es el amor y pocas veces lo entendemos cuando esta...
Por eso quiero escribir una historia de amor, una historia mía, de mi forma del amor, inmenso y único como cada uno de nosotros...



II


Sin guantes andando por Pasteur, que hace tiempo dejo de ser solo una calle lateral, desde Corrientes hacia Córdoba, paso por el frente de cierto tipo de amor, el mas sufrido, la perdida, lo desgarrador del que tiene a alguien y de pronto no tiene nada. El edificio que hoy por hoy se hunde por detrás de lo que fue, como dejando el espacio de quienes por siempre estarán allí, una sombra inexistente pero real un espacio vacío que sin embargo esta ocupado. Esa maravillosa capacidad del hombre para no ver pero sentir, todos saben que eso esta ahí, como cuando estuvo en piedra y luego en escombros y sangre latiendo de muerte. Me llama la atención como si escuchara los silbidos distantes de alguien a la espera de algo, freno a pesar del frío y de la gente que pasa a raudales por mis lados, (o por encima?) con cara de pocos amigos y obviamente yo no era uno de ellos. Saco el primer cigarro del día, con la dificultad del frío acciono el encendedor y de repente aquel humo a tabaco negro, mezcla de melancolía porteña y deseo de aventura, me devuelve a la idea que me tenía desvelado, una historia de amor.

¿Cuantas se pueden contar en ese sitio? Miles, cada una con un final, todas desgarradoras sin embargo no se si de ellas puedo sacar mi historia de amor, una para contar. Me quedo fijo, mirando y empiezo a sentir en mí el dolor ajeno, el llanto me recorre por dentro. Pienso en madres e hijos, pienso en gente y me pregunto desde el punto más sádico: Si aquel que lo hizo, otro de los que murieron, amó. Y si es así, cual seria la historia que pudiera contar él.
Con las tripas revueltas por la incógnita de muchos amores que nunca fueron míos y la certeza de haber visto en la sombra reflejada del edificio hoy detrás, el dolor dibujado en cada uno de sus ladrillos nuevos, y el amor reflejado en el eco de lo que antes fue hierro, piedra y sangre de muchos continúo.



III


En una larga caminata, eso que la pobreza tiene de particular y que bien entendida sirve para reflexionar o dar forma a una idea. El ensimismamiento que a las veces hace de abrigo, el olvido del frío como realidad para dar lugar al sentimiento de ser inmutable mientras estés dentro de tu cabeza o corazón..., hablar solo, una linda costumbre que hasta el día de hoy me hace compañía... ( ) Ciudad, pequeños roces, las enormes fachadas del hospital de clínicas y el sin fin de facultades que se aglomeran por esa zona se dibujan de frente a mi cruzando una plaza que nunca voy a entender.
En medio de aquel enigma de cuatro calles, perdido en el laberinto que forman los pensamientos desordenados, mi vista se detiene en una de las esquinas. Atraviesa el duro concreto de paredes hasta llegar a un sótano.

El Amor, gran enigma de una pequeña historia.

De aquel sótano, como si fuera una cinta de video puesta de reversa, cientos de imágenes me dejan, después de mucho tiempo, apoyado a la barra del “Astillero”.
Paredes de aquellos modernos colores pastel, morado y mostaza, ladrillos con mas de cincuenta años al aire, jazz, bossa nova, humo de cigarros, enorme puertas de madera pintadas de azul, charlas intelectuales acompañadas con la mano izquierda, café, cerveza.
Viernes Ocho de la noche.
Justo de frente a la barra donde mi mente me dejó apoyado, en vaya a saber que charla con J. Brasilero, artista, amigo. Un grupo más de estudiantes se sienta a comer pizza y tomar cerveza con la libertad que puede darle a un estudiante un viernes a la noche; con la esperanza de diversión dibujada en el rostro.
Seis personas, pero solo una vi.
Me acerco como lo hice aquella vez, no quiero desentonar en la danza ya bailada, cada paso es importante. Los atiendo con el alegre mal humos que me caracterizó en aquel lugar y al cual ya todo el mundo estaba acostumbrado y muchos extrañaban cuando el buen humor me invadía de repente.
Todo normal.
Cerveza, porros en el cuartito del fondo con J y con “el mono”.
Viernes Diez de la noche.
Toda aquella mesa se levanta, solo queda ella y yo no puedo creer mi suerte. Me llama pide una cerveza, de esas de a litro.
Su sonrisa era perfecta y a diferencia del mundo, sus grandes ojos café la acompañaban. Su pelo castaño por los hombros resaltaba la blanca frescura de su rostro de niña, tenía manos pequeñas y una vos clara y penetrante que solo las mujeres fuertes tienen.
Debajo de sus ojos un libro, y solo una frase detonó aquello que yo buscaba:

“Trac trac del Lobo Estepario, Teatro anarquista solo para locos…”

-¿Lo leíste?
-Hace mucho…¿Te vas a tomar vos sola esa cerveza?
-Ayudame
-Dale…

El resto fue solo magia. Con la ayuda de J me fui con ella en un taxi a una supuesta fiesta en el sótano donde mi vista estaba clavada en aquel instante. Una cerveza aquí algo más por allá. Ahora, mientras miro el comienzo del atardecer en el mar caribe y la brisa salada de playa y lágrimas me despierta por un instante, tengo la certeza que esa noche entra en las noches mágicas que quedaran de mi vida.
Y vaya paradoja del destino, solo fue un beso al amanecer mientras llegaba el colectivo que la llevaba a su casa.
Y luego se fue.
Años pasaron de aquel fugaz beso en la parda del 168 mientras el cielo invernal porteño pasaba de negro azulado del fin de la noche al morado que avisa que te abrigues.
Y un día de tiempo que para aquella noche era futuro la vi. Aunque necesitamos muchos años mas para volver al pasado…


IV


Debo seguir. Las piernas que con el frío parecen ser acero que se funde en el movimiento, producen un efecto de bomba y ayudan a distribuir la sangre que se enfría al segundo de haber parado, entonces es preciso seguir, aun me faltaba bastante para llegar hasta donde estaba mi madre, persona que se había tomado el habito de mantener mi pobreza en solo eso, no dejándola llegar a la indigencia..., aunque eso no me importaba, porque en realidad nunca estuve en esa ciudad fría mientras caminaba. De la misma forma que hoy mientras me ponen otra Polar de frente a mis Astor rojo y miro como el sol se esconde detrás del mar de Juan Griego, mientras un grupo de pescadores de torso desnudo, piel curtida a sol y sal, ojos brillante de reflejo marino y barba naciente de haber madrugado, se sientan a jugar dominó ya bastante alegres a fuerza de ron blanco de la peor calidad. Mientras la noche de brisa calurosa se va apoderando de esta pequeña ciudad de la Isla de Margarita y el perfil de lo que fue una antigua fortaleza colonial se mezcla con el cielo cada vez mas oscuro.
No estoy aquí.
Igual que en aquel invierno, en aquella caminata, en ese momento estaba pensando estas palabras con las que quería contar una historia de amor sin haberla vivido...

Sigo mi camino por Córdoba hacia Pueyrredon, siempre fui un clásico y ese caminito me lo sabia de memoria cosa que ayudaba mucho a no perderme demasiado de mis pensamientos, a esas horas ya el frío matinal se convertía en calorcito meridiano, y empezaba a sacarme un poco todas las prendas para poder caminar sin sufrir calor... Llegar a Pueyrredon y Córdoba rápidamente. Una curvita algunas cuadras, ahí estaba. Remonté la avenida con sentido hacia Santa Fe. La calle se me mostraba en su totalidad mientras frente a mi pasaban mas y mas fachadas, esa zona esta llena de bares y kioscos que muchas veces tienen su razón de ser en el solo hecho de la existencia del hospital alemán, la maternidad suizo argentina y alguna cosas mas que ya no recuerdo, la idea era llegar a Santa Fe y de allí seguir mi camino, aunque siempre en esa esquina se me cruzaba la idea de pasar por casa de mi amiga L que quedaba allí cerca; L es una gran amiga y cuando hablo de amor y pienso donde podría poner esa palabra seguramente me aparece ella, sus rizos rubios y su perra "Garota", claro que el amor que puedo profesar por ella no es el amor que se escribiría en una historia de amor. Y así mientras las piernas me llevaban hacia el futuro incierto, otra vez estoy en el “Astillero”, aunque todo es muy diferente.
El sol de la primavera se cuela por los vidrios de aquellas azules puertas enormes, es de mañana y el lugar esta casi vacío, la música está a bajo volumen y el resto un silencio tal, que un susurro podía oírse de punta a punta de aquella antigua casa convertida en bar.
De frente a mí sentada en la última mesa del salón contra una de las ventanas que daban al patio estaba L hundida en algún texto que no le interesaba demasiado y cada tanto charlando con migo, y recordándome que ella piensa que a veces yo soy un artista, con tanta convicción que alguna vez hasta llegué a creerle.
Entonces al llegar a la esquina de Santa fe y Pueyrredon doblé por Santa Fe y por fin el bar se desvaneció dejándole el lugar a aquel enigma. Si alguna vez podría escribir una historia de amor sin saber de que se trata en realidad...


V


Avenida Santa Fe es el comienzo de una zona bastante chic de la ciudad, entonces lo que antes eran hospitales y kioscos, se convierten en galerías y edificios con esa hermosa arquitectura que hace de Buenos Aires una ciudad particularmente bonita gris y verde, el camino es relajado, mientras mas me acerco a la zona de "El zoológico" mas verde se hace y las diferencias entre lo de hoy y lo de ayer se acentúan mas y mas..., una pequeña fachada con escaleras que bajan de un estilo claramente europeo de principios de siglo XX se convierte hacia arriba en un edifico enorme que no llego a entender como nació una flor tan dura de una planta tan suave. Republica Árabe Siria (no entiendo como puede ser que aun recuerde el nombre de esa calle) allí mi vista otra vez me lleva unas cuadras hacia adentro a un portal de un edificio medio moderno de la zona "clase media acomodada" con una gran puerta de madera y un portero eléctrico que con la cantidad de timbres a tocar te hace entender que allí puedes encontrar de todo, tal vez hasta el Amor. La recuerdo a ella, con sus enormes ojos detrás de la las gafas y su pelo casi negro y muy lacio...El segundo Rocío de mi vida…, podría haber sido ella una verdadera historia de amor??? Intensidad no le falto, lugares comunes de historias de amor ya conocidas tampoco, pero mi alma me detiene en la incógnita..., talvez allí estuve cerca, muy cerca quizás, pero no había llegado aun. Por ello puse viento en velas y seguí mi camino Botánico, Zoológico. Luz de mediodía, incógnita intacta, cosquillas de recuerdos dulces, el frío comienza a desaparecer y la necesidad de contar una historia de amor, sigue surgiendo como el motor de aquel paseo…………………..